16 dic 2010

"Supercasas" en plena crisis


Sé que es un tema trillado, sobre el que ya se ha escrito y comentado mucho. Pero no puede dejar de sorprenderme. En plena crisis, con 4 millones de parados, un alto porcentaje de mileuristas (y otros que no llegan ni a serlo), miles de personas embargadas y otras tantas que no pueden ni acceder a una hipoteca, las cadenas de televisión se encargan de restregarnos el lujo en nuestras caras. Casi todos los canales han emitido algún programa sobre casas de lujo, yates, viajes o, simplemente, "beautiful people" viviendo su vida a tope. Algunos "Repor" o "Comando Actualidad" de TVE se han centrado en estos temas (aunque, muchas veces, contrastando el lujo de unos y la miseria de otros); en Cuatro, hemos podido ver algún "Callejeros" dedicado al lujo (aunque la mayoría se centraba en escandalosos barrios marginales), un "21 días siendo rica" y un frustado "Casadas con Hollywood". En el espacio "3D" de Antena 3, frecuentemente nos muestran casas de lujo; e incluso Canal Sur se ha atrevido a enseñarnos exquisitas joyerías marbellíes o cámaras acorazadas repletas de diamantes en Córdoba en su programa "75 Minutos". Pero si hay una cadena que se lleva la palma en esto de poner "los dientes largos" es La Sexta. Curiosamente, ese canal que se muestra abiertamente de izquierdas (no hay nada malo en ello, teniendo ese horrible ejemplo de Intereconomía en el lado opuesto) es quien más se deleita con el lujo ajeno. Por un lado nos piden que no pongamos la cruz en la casilla de la opulenta Iglesia en la declaración de la renta; nos recuerdan los altos sueldos de líderes del PP como Cospedal; o demonizan a los controladores por sus elevadas pagas y constantes exigencias. Pero mientras, nos recuerdan que otra gente, unos pocos, viven a todo gas sin mirar las facturas.

El "programa de ricos" de La Sexta con menos dosis de opulencia es, quizás, "Quién vive ahí". Lo importante de este espacio no es tanto el lujo oriental de sus casas, sino la personalidad y originalidad de las casas y sus dueños. La gracia reside en cómo una persona o familia ha creado su propio nido, desde castillos medievales hasta apartamentos de 30 metros cuadrados. Diferentes son "Mujeres Ricas" y el reciente "Supercasas". En el primero, un puñado de odiosas mujeres nos muestran lo estresante que es la vida de rica: comprar un Miró en una galería sin importarle el precio; organizar un festín con los amigos; ir a la esteticista; comprar una nueva casa, etc. Y todas se caracterizan por lo mismo: por estar casadas con un hombre rico (banquero, constructor, futbolista) y vivir del cuento (menos una de ellas, dueña de una discoteca en Marbella, que sí parece haberse ganado su fortuna honradamente). Especialmente odiosa es, por lo poco que he visto, una tal Mariana Nannis, engendro del cirujano, a quien Marbella le parecía vulgar y quien no soportaba el trato recibido en el Ritz de París, entre otras perlas.

Y en esa línea sigue lo último de La Sexta: "Supercasas". En él, famosos y ricos como Fernando Hierro, Gonzalo Miró (conocido por sus trabajos en... o por dirigir la película hummm...) o Carlos Sáinz nos muestran sus impersonales y lujosas mansiones diseñadas por el arquitecto Joaquín Torres, quien tendrá mucha mano delineando pero que vocalizar, vocaliza poquito. Habitaciones de 250 metros cuadrados, pasillos inútiles donde bien podría vivir una familia entera, salas de cine y discotecas privadas, piscinas casi olímpicas... vamos, lo que todos tenemos en casa.

¿Se ha olvidado La Sexta de la crisis? En sus numerosos programas de humor (mi apreciado Sé Lo Que Hicísteis, Buenafuente, El Intermedio, Salvados) no se han atrevido a bromear o criticar (como sí hace con la derecha o con la Iglesia) el papel del gobierno al frente de la crisis, el recorte en pensiones y gasto social, o la privatización de hasta ahora empresas públicas. Desvía la atención pero, además, lo hace con espacios capaces de herir la sensibilidad de la mayoría (aunque, en un extraño comportamiento humano, a la vez que critican a esas mujeres ricas o al pomposo arquitecto, no apartan la vista de la pantalla). Si a mí me molesta ver ese lujo, teniendo afortunadamente una casa donde vivir, no quiero ni imaginarme cómo se sentirán los embargados por los bancos. Aunque claro, si no tienen casa, seguramente tampoco no tendrán tele.

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